El efecto placebo es una extensión de nuestro poder mental ligado a las expectativas que creamos como pacientes para llegar a sanarnos.

El término placebo viene del latín “placere” -que significa agradar-, y se define como cualquier procedimiento médico o sustancia inocua que produce un efecto terapéutico en un paciente por el poder de su intención y no de su naturaleza.

Es un proceso que se basa en las expectativas o la “fe”, logrando cambios en el cerebro capaces de frenar el dolor, levantar el estado de ánimo a las personas deprimidas o mejorar los síntomas de múltiples enfermedades.

Esas expectativas creadas son capaces de bloquear el dolor liberando endorfinas con efecto analgésico y de bienestar.

No existe sólo un efecto placebo, sino varios, suponiendo dificultades a la hora de estudiarlos. Un ejemplo del efecto placebo puede encontrarse en los pacientes con Parkinson, en los que se produce una mejoría en la función motora por la liberación de dopamina, substancia insuficiente para este tipo de patología. De hecho, se considera de media un 30% de éxito en estos pacientes utilizando el poder terapéutico de la mente.

Una técnica ventajosa pero contraria a los ensayos clínicos

Para poder comercializarse, los fármacos tienen que demostrar que su principio activo tiene más eficacia sobre el paciente que el efecto placebo, es decir, que tienen que competir con las expectativas de los pacientes.

En la fase IV de cada ensayo clínico se practica la técnica del “doble ciego”, es decir, que a un grupo se le administra el fármaco y a otro el placebo, sin que ni el médico ni las personas involucradas sepan la distribución,  preservando de esta manera la fiabilidad.

A diferencia de algunos fármacos, el efecto placebo empieza a tener efecto inmediato, jugando con una ventaja importante durante el principio de los ensayos. Sin embargo, va perdiendo peso en el tiempo, activando menos áreas del cerebro y desapareciendo su efecto mucho antes que el de los fármacos.

Hasta ahora no se ha encontrado la manera de estabilizar el efecto placebo para utilizarlo de manera controlada, ya que al tener que ver con el poder de la mente de cada paciente, es una técnica totalmente subjetiva y puntual.

Los avances de la ciencia son tan importantes que podemos incluso crear altas expectativas al respecto y no perder la “fe” en que algún día podamos domesticar el efecto placebo.

Valentina Mónica Nicoara.

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