La penetración en el mercado de medicamentos falsificados y de calidad inferior a lo requerido está en alza, sobre todo en países en desarrollo, donde uno de cada diez productos médicos suspende los estándares o son imitaciones, un negocio que supone unos 30.000 millones de dólares. ¿Qué está pasando en el mundo que ni los más necesitados tienen acceso a medicación?

Así lo afirma el Sistema Mundial de Vigilancia y Monitoreo de productos médicos de calidad “subestándar” y falsificados (GSMS, en sus siglas en inglés) creado en julio de 2013 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su primer informe publicado el año pasado, y en el que concluye que “este problema va en aumento”. Los medicamentos subestándar son productos autorizados por las autoridades reguladoras pero no alcanzan los estándares de calidad o especificaciones nacionales o internacionales, o las dos cosas.

Los expertos de la OMS atribuyen el aumento de la presencia de productos de calidad inferior a lo exigido en parte a la globalización y a la irrupción del comercio electrónico, que han “aumentado la complejidad de la cadena de suministro de medicinas al proporcionar numerosos puntos de entrada para productos médicos fabricados de manera inmoral e ilegal”.

A pesar de las múltiples quejas y denuncias por parte de asociaciones en estos países, esta tipología de fármacos continúa entrando sin medida, dejando a millones de personas sin tratamiento, aumentando sus probabilidades de muerte prematuras. No obstante, en los últimos cuatro años, la OMS ha recibido informaciones sobre productos médicos subestándar o falsificados “en todas las categorías terapéuticas”, desde medicamentos contra el cáncer, antibióticos y vacunas.

Los dos más frecuentemente denunciados ante la OMS han sido medicamentos contra la malaria (286 casos) y antibióticos (244), seguidos de analgésicos (126),  y medicinas contra el cáncer (100). La mayoría de las denuncias llegan de África subsahariana (42 %) y un 21 % de América y de Europa.

“Medicamentos falsificados no solo tienen un impacto trágico en pacientes individuales y sus familias, sino que también son una amenaza para la resistencia antimicrobiana”, señaló la directora general adjunta para el Acceso de Medicamentos, Vacunas y Farmacéuticos de la OMS, Mariangela Simao.

De acuerdo con el informe, el 10,5 % de los productos médicos utilizados en los países con ingresos bajos suspenden las pruebas y son medicinas falsificadas. Según un estudio de la Universidad de Edimburgo, entre 72.000 y 169.000 niños pueden morir cada caño de neumonía debido a antibióticos en mal estado.

Otros datos de la London School de Higiene y Medicina Tropical calcula que se pueden generar entre 64.000 y 158.000 fallecimientos adicionales por malaria causados cada año por productos contra esta enfermedad falsificados o no conforme a los estándares en África subsahariana.

Ello supone un coste de unos 38,5 millones de dólares (32,3 millones de euros) para pacientes y los servicios sanitarios por tratamientos adicionales debido a la ineficacia de los medicamentos. La OMS ha intentado calcular el gasto actual que se efectúa en los países en vías de desarrollo en este tipo de productos médicos, que por naturaleza son muy difíciles de detectar. A menudo están hechos para que parezcan idénticos a los productos genuinos, y pueden no causar reacciones adversas obvias, aunque a menudo son ineficaces como tratamiento.

¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para que se sigan produciendo más muertes debido a que las industrias farmacéuticas no son capaces de controlar la fabricacion y distribución de este tipo de fármacos? Es bien sabido que, a raíz de datos del Banco Mundial (BM) los expertos han llegado a la conclusión de que se gasta en esos países alrededor de 30.000 millones de dólares (25.163 millones de euros) en este tipo de productos médicos, cuando se podrían destinar a evitar el incremento de muertes.

Susana Carvajal

Máster en Marketing Farmacéutico de la BSM UPF 

 

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