Cambios en la industria generan un nuevo escenario con el paciente como centro de todo.

La industria farmacéutica se está viendo sometida a grandes cambios estos últimos años; unos para bien, otros no tanto. Venimos de una época de gasto farmacéutico desmesurado donde el principal y casi único actor era el todopoderoso médico. El gran número de eventos, simposios, congresos y otras muchas actividades que se celebraban aquí y allí para tener fidelizado a este sector de profesionales ha levantado gran número de críticas.

Y como era de esperar, llegó la época de las vacas flacas y con ella la reducción del gasto sanitario por parte del Estado: acuerdos de riesgo compartido, de capitación…

Si bien algunos de los recientes recortes pueden ser criticados, muchos de ellos también deben ser ovacionados. Recientemente, la Asamblea de Farmaindustria ha ratificado la publicación individualizada de transferencias de valor, lo que significa que de ahora en adelante las compañías farmacéuticas adheridas a Farmaindustria deberán hacer públicas todas las transferencias de valor que hagan a los profesionales sanitarios a partir de 2017.

Desde el próximo año en adelante, las empresas del sector farmacéutico que quieran trabajar con médicos deberán hacerlo de forma transparente, ajustando la retribución económica al valor real de las tareas que haya realizado aquél médico.

Algunas compañías ya se han avanzado a estos hechos, haciendo público que dejarán de contratar médicos para sus actividades y, en su lugar, utilizarán personal interno de su propio departamento médico.

Creo que con esta medida nos acercamos al Patient Centricity, es decir, a una priorización del paciente ante todo. Cada vez más, el valor añadido de una compañía o producto farmacéutico no se basa en el número de actividades hacia profesionales de la salud, sino en los servicios destinados al paciente. El objetivo es focalizar los esfuerzos en hacer que al enfermo le resulte más fácil convivir con su enfermedad, proveyéndolo de servicios (gratuitos o no) de los que se pueda beneficiar.

Este debería de ser el principal “claim” que haga a un médico decidirse por prescribir un medicamento u otro, los servicios que ofrece.

Joan Calvo Barceló.

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