Un consumidor más autónomo, más informado y con las herramientas de comunicación en la palma de su mano, es el escenario en el que nos encontramos inmersos en la actualidad. 

La Comunicación como herramienta clave de transparencia se ha convertido en una prioridad para las empresas del sector farmacéutico, un sector que por años ha vivido a la sombra del low profile y el cual se ve en la indudable situación de actualizarse.

El sector arrastra una mala reputación histórica a pesar de ser líder en I+D, a pesar de dar trabajo a 200.000 personas (datos Farmaindustria) y de ser el sector que tiene previsto donar 14.000 millones de tratamientos entre 2011 y 2020.

En España, el sector farmacéutico es el tercer sector que menos confianza transmite, con un nivel de confianza del 49% (Trust Baromenter) después del mercado financiero y el de energías. Lejos de los buenos resultados del mercado tecnológico con un 72% o el de alimentación 67% que se posicionan a la cabeza.

Entonces, a pesar de ofrecer innovación y fármacos capaces de mejorar y alargar la vida de millones de personas, nos preguntamos ¿por qué sigue gozando de esta mala percepción?

Gran parte de los problemas de transparencia y reputación de las empresas se solventarían con un buen plan estratégico de comunicación, capaz de ofrecer la información necesaria y de calidad a sus públicos. Con la llegada de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicarnos, las empresas farmacéuticas deben establecer dentro de sus prioridades la transformación del tipo de comunicación que llevan a cabo. En este caso es estrictamente necesario pasar de la comunicación unidireccional a la comunicación bidireccional, capaz de implicar al receptor y hacerlo partícipe en todo momento.

Porque si no comunicamos, lo harán otros por nosotros, propiciando a errores que se solventarían con un bueno flujo de comunicación y la facilitación de herramientas para obtenerlas.

 

 

Marta Rosales Llorente

Estudiante Máster Farmacéutico, Universidad Pompeu Fabra BSM. 

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