Por Marta Roqueta

En un mundo donde cada vez más apreciamos las experiencias vividas y todo aquello que nos aportan, es muy importante poder diferenciarse a través de aquello que somos capaces de ofrecer al resto. Esto no es distinto en el sector farmacéutico, ya que, además, es uno de los terrenos más competitivos actualmente existentes.

Entonces, ¿cómo conseguimos distinguirnos desde un plano farmacéutico? A través de estrategias que consigan aportar servicios con valor añadido a nuestros clientes.

Podríamos definir el valor añadido como la solución a una necesidad identificada que genera un beneficio el cual nos diferencia de la competencia y, a su vez, establece un compromiso entre el cliente y la marca.

Para poder conocer qué necesidades están cubiertas y cuáles no, debemos ponernos en la piel de nuestros clientes; de esta manera, será mucho más fácil desarrollar una estrategia de contenido relevante que esté alineado con sus intereses.

¿Y de qué formas podemos generar este valor añadido?

Existen infinitas maneras con las que dotar de una ayuda adicional a nuestro público objetivo: desarrollo de competencias digitales, trabajo de forma más eficiente, formación, mejora en la experiencia de los pacientes, mejora del networking, mejora de los resultados en salud, etc.

1- Formación: mediante el acompañamiento de los profesionales en la gestión de su conocimiento. Teniendo en cuenta que en los últimos años los distintos canales digitales han multiplicado la disponibilidad de información, la cantidad recibida de esta ha ido aumentando cada vez más, mientras que el conocimiento adquirido se ha mantenido bastante constante; generando así una brecha de conocimiento frente la información disponible cada vez mayor. Por esta razón, sería interesante poner a la disposición de los profesionales sanitarios sistemas de búsqueda inteligente de información.

Esto se podría realizar a través de, por ejemplo, la sistematización de la búsqueda únicamente por temas de interés; creando plataformas de aprendizaje personalizadas que faciliten la formación científica de los profesionales. Otras formas de colaborar podrían ser: dar acceso a revistas con un alto factor de impacto (FI) en sus versiones digitales, apostar por portales de formación científica que garanticen información contrastada y dar acceso a cursos de formación online acreditados.

2- Mejoría de la experiencia del paciente: a través del desarrollo de recursos físicos y/o digitales. Un claro ejemplo podría ser poner a la disposición del paciente fuentes de información fiables a través de portales digitales. También la creación de programas y aplicaciones de soporte al paciente, especialmente en aquellas patologías crónicas donde el sentimiento de acompañamiento es vital (diabetes, enfermedades autoinmunes, EPOC…). Además, este tipo de soporte también puede hacer incrementar la adherencia del paciente al plan de medicación, a través de recordatorios de la toma de fármacos.

Por otra parte, también existe la opción de crear plataformas que actúen como comunidades digitales para los pacientes. Un ejemplo es Help Around, una aplicación móvil que permite poner en contacto a personas con diabetes y a sus familiares dentro de un entorno cercano con el fin de poder ayudarse, actuando, así, como una red social de unión.

3- Networking: mediante la creación de recursos que ayuden a enriquecer el círculo de contactos profesionales de los clientes. Todos sabemos que el trabajo en equipo nos hace brillar, ya que aquello de lo que uno no es consciente, probablemente el otro lo vea con facilidad, y viceversa. Por esta razón, podría ser muy interesante apostar por proyectos que faciliten la comunicación entre profesionales. Un ejemplo sería la creación de una plataforma que dé acceso a los profesionales miembros de un grupo de una determinada patología a una segunda interpretación de resultados por parte de otros profesionales. Este método de intercambio de opiniones podría mejorar el trabajo del profesional sanitario y, a su vez, la experiencia del propio paciente.

4- Mejoría de los resultados en salud: con herramientas para monitorizar y medir la evolución de una patología. El control y seguimiento de la enfermedad que permiten genera beneficios tales como una reducción de los síntomas, una mejora en la progresión de la patología, prevención de episodios, disminución de las consultas presenciales y una mejora en la calidad de vida del paciente. Un ejemplo ya existente es Fotoskin, una aplicación móvil que busca ayudar a diagnosticar el cáncer de piel de forma precoz. Esta herramienta permite que el dermatólogo pueda llevar a cabo un mejor seguimiento y control de los lunares y manchas cutáneas a través de la colección de fotografías registradas con la cámara móvil del paciente.

En conclusión, el principal objetivo que tiene la aportación de un servicio de valor es proporcionar una solución a una necesidad que aún no ha sido cubierta. Se tratará, entonces, de saber identificar de la mejor manera posible aquellos vacíos en la práctica clínica o transcurso de una enfermedad y poderlos llenar con nuestra ayuda.

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