Durante mucho tiempo las mujeres han sido vetadas o se les ha dificultado el acceso a la mayoría de cargos importantes en el mundo profesional. Hoy en día, la igualdad sigue siendo un proyecto futuro en muchos sectores productivos. Se podrían contar con una mano aquellos sectores que han aplicado medidas eficientes para garantizar que hombres y mujeres tengan las mismas posibilidades de desarrollo profesional. Sin embargo, por suerte nuestra, uno de estos es la industria farmacéutica.
El 52% del empleo en el sector farmacéutico es femenino, el doble que la media de la industria, y en el área de I+D se eleva hasta el 63%, el porcentaje más alto en España. Seis de cada diez nuevas contrataciones corresponden a mujeres y el 41% de los puestos en los comités de dirección de las compañías farmacéuticas lo ocupan ejecutivas (3,4 veces más que la media de las grandes empresas del IBEX-35, según la Encuesta de Empleo de Farmaindustria). Este último dato es de gran importancia: refleja cómo por fin, al menos en este ámbito se ha traspasado la barrera que impide la promoción laboral de las mujeres en las empresas.
No obstante, esto me lleva a pensar ¿Es motivo de celebración? Que las mujeres estemos en igualdad profesional, ¿No debería ser un hecho, algo normalizado entre todos?
Es evidente que queda un largo camino por delante, que este movimiento para promocionar la mujer dentro del ámbito profesional; más allá de cargos mediocres; no quede en una simple moda temporal. Afortunadamente podemos afirmar que es un gran logro haberlo conseguido ya en la industria farmacéutica.