Por Pere Turró

Las diferentes vacunas COVID-19 que se distribuyen actualmente en todo el mundo tienen el potencial de poner fin a la peor pandemia en un siglo. Pero también significarán cientos de miles de millones de dólares en ventas para las compañías farmacéuticas que los fabrican.  Las vacunas no suelen ser los productos más rentables del catálogo de las grandes farmacéuticas, especialmente en comparación con los medicamentos que se utilizan para tratar enfermedades crónicas como la diabetes, el asma o enfermedades cardiovasculares. Es por eso, que el desarrollo de las vacunas fue una apuesta a ciegas y a toda prisa por parte de todas las empresas que lo intentaron. Hubiera sido un negocio terrible si la vacuna hubiera fallado pero obviamente para Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, ha tenido un éxito espectacular.

¿Realmente las vacunas supondrán un aumento de beneficios para las grandes compañías farmacéuticas? 

La realidad del caso es que la comercialización de la vacuna no supondrá un aumento de beneficios gigantesco para las grandes compañías farmacéuticas implicadas. Pfizer, AstraZeneca, Moderna o Janssen, entre otras, son empresas que están asentadas en el mercado, con un inmenso portafolio de productos en distintas áreas terapéuticas y, además, están cumpliendo el compromiso de ajustar el precio de venta a sus costes de producción.

De cara a este 2021, el beneficio neto esperado para Pfizer es de 15.810 millones de dólares, un 3% menos de lo que se esperaba en 2020 tras recortarse en un 9% su previsión desde inicios de año. En el caso de AstraZeneca y Janssen los recortes han sido del 1% y el 7%, respectivamente. Por contra, en Moderna los expertos preveían unas pérdidas cercanas a los 600 millones y ahora ya estiman beneficios de casi 3.700 millones de dólares.

Tan sólo Moderna obtendrá beneficios notables porque es una biotecnológica con pocos productos en el mercado. Ello es debido a que, debido al colapso hospitalario, ha disminuido la capacidad de diagnóstico en muchas áreas terapéuticas de empresas que tienen grandes portafolios, como por ejemplo el cáncer, lo que implica menores ventas de sus productos estrella.

La pandemia no sólo ha afectado a nivel sanitario, sino también a nivel social y económico. Por lo tanto, a las empresas, y cómo no, a las compañías farmacéuticas. En concreto, desde marketing se ha debido hacer una gestión de producto en una situación excepcional y en los distintos departamentos han tenido que aplicar acciones diferentes y diferenciales para poder hacer frente a las diversas barreras que la sociedad había creado para protegernos del virus.

En ningún plan de contingencia se contemplaba una situación como la que ha sucedido. Por otra parte, esto también ha propiciado la digitalización, más si cabe de lo digitalizada que ya estaba la industria. Los planes de contingencia puede que antes no se tuvieran tan en cuenta como se tendrán en un futuro, debido a que se tienen que plantear escenarios diferentes a los reales para poder aplicar acciones concretas y necesarias para poder mantener a flote la facturación y la identidad de marca tanto de un producto, como de la compañía, en situaciones en las que no todo sale como se había previsto. 

¿Cuál es la imagen que tiene la población hoy de la industria farmacéutica?

La imagen de la industria farmacéutica siempre ha sido muy cuestionada por algunas personas, debido a distintas razones. Una de ellas, el hecho de sacar el máximo beneficio posible gracias a las personas que padecen enfermedades crónicas o, simplemente, porque hay gente que cree que tienen demasiado poder de influencia en las decisiones de un país. Curiosamente, cuando más ha necesitado la sociedad de su ayuda, la industria farmacéutica en general y las empresas principales que la forman, han sabido aportar una solución a una situación tan excepcional como es una pandemia mundial propiciada por un virus.

En definitiva, el valor que aporta al mundo la vacuna es mucho más alto que el precio por dosis. Ya no sólo el valor para la salud, sino también el valor económico es tremendo. El precio de la vacuna para todos los estadounidenses, por ejemplo, es gratis en este momento y en otros muchos países, como también en España. Pero el precio a pagar por parte del gobierno es sólo una fracción de lo que está obteniendo en comparación la economía global.

“Realmente ha habido un cambio radical en la forma en la que gente percibe a las compañías farmacéuticas. No son compañías farmacéuticas codiciosas que cobran precios escandalosos, sino que están salvando al mundo y son relaciones públicas realmente brillantes”.

Ya sea que aporten miles de millones o nada a los resultados de las empresas individuales, una cosa está clara: las vacunas son una oportunidad de relaciones públicas para la industria farmacéutica como nunca se había visto. Por lo general, ni siquiera los pacientes que toman un medicamento a diario saben qué compañía farmacéutica lo produjo. En el mejor de los casos, conocen la marca del medicamento, pero en el caso de las vacunas contra el coronavirus, les han proporcionado a los fabricantes de medicamentos su mejor notoriedad de marca hasta la fecha.

Para las compañías farmacéuticas que han desarrollado una vacuna, la pandemia habrá supuesto unos beneficios o un ROI mayor o menor. Pero de una cosa no cabe duda, el valor en cuanto a desarrollo de marca de las principales farmacéuticas ha sido espectacular. En cierta forma, a causa del “ametrallamiento constante” durante casi todos los días de nuestras vidas desde que empezó la pandemia respecto a las posibles “empresas salvadoras” y sus posibles soluciones para hacer frente a la pandemia.

En conclusión, el trabajo realizado durante todos los meses pasados, en los que la industria ha estado sobresaliente, consiguiendo que el coste no fuera una barrera para el acceso a las inmunizaciones y asegurando un abastecimiento de todos los medicamentos necesarios, ha conseguido hacer ver a la población el valor real que tienen las compañías farmacéuticas y cómo pueden ayudar a la sociedad.

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