Por Jorge Campomar

Desde hace varios años la industria farmacéutica está invirtiendo fuertemente en la investigación y desarrollo de medicamentos o terapias con mecanismos de acción innovadores en diferentes áreas terapéuticas (principalmente Oncología). Son capaces de mejorar la práctica clínica y la calidad de vida de los pacientes, por lo que su incorporación en la cartera de servicios por parte de los sistemas sanitarios no parece cuestionable. A pesar de ello, sus costes son frecuentemente muy elevados por lo que han generado un reto en la gestión del presupuesto farmacéutico del Sistema Nacional de Salud (SNS). Además, dicho reto se ve incrementado si tenemos en cuenta el aumento poblacional y esperanza de vida de la sociedad actual.

Así pues, parece clara la necesidad por parte del SNS de garantizar un acceso racional a la innovación que asegure la sostenibilidad presupuestaria. Es decir, favorecer el acceso a aquellos medicamentos que realmente evidencien un beneficio claro para los pacientes frente al “standard care” con nuevos procesos de precio y rembolso que permitan gestionar su impacto financiero.  El resultado es un cambio significativo con mecanismos muchos más complejos aplicados por los sistemas sanitarios y una ralentización en los procesos de aprobación donde la relación coste-efectividad y los aspectos socioeconómicos toman un papel fundamental y complementan los conceptos básicos de eficacia, seguridad y calidad para la aprobación de un fármaco.

Frente a este entorno y con la aceleración de los cambios debido a la pandemia del COVID-19, ahora más que nunca las empresas farmacéuticas deben adaptar sus estrategias de acceso para generar un diferencial estratégico del producto.

¿Cuáles serían las claves para una exitosa estrategia de Market Access? 

  • Planificar una estrategia de acceso al mercado desde las fases iniciales del ciclo de vida del producto con el fin de maximizar el valor terapéutico del fármaco.
  • Comunicar la propuesta de valor mediante la utilización de dossiers adaptados a las necesidades de cada “stakeholder”.
  • Desarrollar la estrategia de Market Access de forma transversal involucrando a áreas de Marketing, Medico, Ventas, Relaciones Institucionales, Legal, Farmacovigilancia, etc.
  • Realizar un detallado “Stakeholder mapping” y mantener una estrecha colaboración con ellos. Acercarse a los evaluadores y decisores con propuestas de colaboración, innovadores, entender sus necesidades e intereses y comprender todas las relaciones e influencias.
  • Innovar en servicios de valor añadido y convertirse en partners del sistema sanitario, como, por ejemplo, compartir el riesgo y tarifas planas con descuentos, aportar mayor evidencia que justifique el empleo del fármaco (a través del Real World Data), colaborar en la mejora de procesos clínicos; identificar y facilitar herramientas a los pacientes para un mejor control de su enfermedad y de la adherencia a los tratamientos, etc.

El reto y las exigencias entorno al Market Access seguirán provocando cambios en la gestión empresarial de la Industria Farmacéutica. Así pues, nos encontramos en un punto en que la colaboración entre el Sistema Nacional de Salud y la Industria es básica y donde la Industria debe ser proactiva, anticiparse al cambio y entender las necesidades del momento.

No se venden fármacos sino resultados de salud que mejoren la calidad de vida del paciente y la eficiencia del sistema.

 

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