Por Marc Xaus Farrés

Si nos paramos a pensar ¿cómo es posible que países tan pequeños como Suiza, Israel o Corea del Sur sean tan innovadores y poderosos a nivel mundial? ¿Cómo es posible que farmacéuticas tan pequeñas como PharmaMar o Rovi figuren en el IBEX35 de las mejores empresas en la bolsa española? Y ¿cómo es posible que Tesla tenga un mayor valor que todas las empresas de automoción alemanas juntas? La respuesta es siempre la misma: el tamaño no lo es todo.

Toda innovación necesita ideas y recursos. Una startup tiene muchas ideas y pocos recursos, mientras que una empresa gigante posee muchos. Sin embargo, debido a su tamaño y burocracia, esta tiene una mayor dificultad para que las ideas fluyan en su interior. Si tienen todas en común. Si no innovan, no sobrevivirán.

 

Muchas multinacionales como Nokia decidieron erróneamente afrontar la innovación con una ciega confianza en sus propias capacidades. Otras –especialmente las líderes del sector farmacéutico- han decidido optar por otra vía: colaborar para generar ganancias compartidas.

 

La industria farmacéutica ha apostado por colaborar y ha apostado a lo grande:

 

  • En las fases de desarrollo de nuevos productos, los grandes laboratorios sacan su lupa gigante. Así exploran posibles oportunidades de nuevas moléculas en investigación en el mundo. Cuando encuentran alguna universidad o empresa con algún proyecto interesante deciden o bien comprar la idea o incluso comprar la empresa (lo que es conocido como un M&A). En el caso de que la empresa sea grande, pueden crear alianzas para compartir conocimiento. Así dividen el riesgo económico que supone investigar. Un riesgo que no es menor: cada nuevo medicamento requiere un promedio de 12 años de investigación –solo una de cada 10.000 moléculas supera todas las fases satisfactoriamente- y supone un coste promedio de 2.600 millones de dólares.

 

  • En las fases de marketing, los laboratorios sacan el mapa y deciden lanzar y expandir su producto alrededor del mundo. Para así poder recuperar y sacarle el máximo partido a la inversión. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando nuestra empresa no tiene presencia o sede en algunos países? Absolutamente nada, podemos ponerle el anillo de oro al dedo de otra farmacéutica que tenga presencia en ese mercado y esperar a que diga: “Sí, quiero”. Este contrato es conocido como licensing agreement. En el que se ceden los derechos de venta de tu producto en un mercado a cambio de unos royalties.

 

En este mundo tan dinámico, hay empresas que nacen para ser compradas. Otras no pretenden ni siquiera tener su propia red de ventas. Otras no tienen ningún producto propio. Y otras emergen para hacer un único proyecto y luego desaparecer (joint ventures), etc. Sin embargo, todas persiguen un único objetivo común: la innovación. Y, para obtenerla, ¿es mejor remar solo o en compañía? PharmaMar, la primera empresa española y del mundo en sumergirse bajo el agua con sus buceadores para buscar nuevas moléculas bajo el mar y así poder desarrollar fármacos para curar el cáncer con la ayuda de comercialización de la gigante americana Janssen, nos da respuesta a esta pregunta.

 

 

Share Button