Por Mar Barrera Mesa

Me gustaría introducir este artículo con unas premisas para los lectores. En el mercado farmacéutico, los medicamentos pueden clasificarse en dos tipos:

Medicamentos publicitarios: como Almax® y Fisiocrem®.

Medicamentos sujetos a prescripción médica: la publicidad o incitación al consumo de los cuales está terminantemente prohibida por ley.

Si pensáis en todos los anuncios que aparecen en televisión, nunca habréis visto uno donde se publicite este segundo tipo de medicamentos. Además, en las oficinas de farmacia los medicamentos de prescripción deben estar fuera de la vista de los clientes, para evitar que se incite a su consumo.

Así pues, ¿por qué debe existir una regulación de los medicamentos de prescripción? Vamos a hablar de los tres grandes motivos:

Ético-sanitario: Las únicas personas autorizadas para recomendar un medicamento son los médicos y enfermeros. Sin embargo, por mucho que estos sean personas con una determinada formación y capacidad de prescripción, no deberían recomendar un medicamento sin conocer al paciente en cuestión: su historia clínica, patologías, alergias o los medicamentos que esté tomando en ese momento. Es por este motivo que las consultas médicas deben ser lo más individualizadas posibles, ya que no a todos los pacientes les va bien el mismo tratamiento.

Económico: Cuando se publicita un medicamento destacando sus propiedades beneficiosas y está financiado por el Sistema de Salud, probablemente muchas personas acudirán al médico para conseguir la receta. Esta situación, extrapolada a la amplia variedad de medicamentos de prescripción que existen, aumenta en gran proporción el gasto del sistema sanitario. Por otro lado, también puede ocurrir que algún laboratorio pague anuncios a “influencers” para que digan a sus seguidores que consuman un determinado medicamento por interés propio. De esta forma el laboratorio aumenta sus ingresos, pero el gasto farmacéutico del sistema también. Aun así, se han establecido penalizaciones económicas que pueden ascender hasta 1 millón de euros.

Colapso o saturación sanitaria: si vemos un “influencer” con 2 millones de seguidores publicitando un medicamento de prescripción para la piel en concreto, un porcentaje de estos seguidores posiblemente acudirá al médico para conseguirlo (aunque no lo necesite). De este modo aumentan las listas de espera de la sanidad pública, provocando que otra persona que sí necesite realmente la cita se quede sin ella o deba esperar más. Todo por el simple hecho de que alguien recomiende un medicamento a través de las redes sociales.

Muchas “influencers” se justifican diciendo que indican claramente en sus discursos que se trata de medicamentos de prescripción. Sin embargo, no se está teniendo en cuenta el marco legal de sus acciones y dicha promoción sigue siendo ilegal. Con ello están incitando a muchas personas a ir al médico, lo que conlleva al colapso de las consultas y una consecuencia negativa para toda la sociedad, dada la situación epidemiológica que ha ocasionado la pandemia de COVID-19.

A continuación, os pondré un par de ejemplos de esta mala praxis por parte de las “influencers”.

La “influencer” Marta Carriedo recomendó Mupirocina (un antibiótico) a sus 567K seguidores para tratar una infección en la oreja debida a un piercing. Las palabras de Marta, tras ser avisada de su incorrecta conducta, fueron las siguientes:

“Me da igual que esa crema necesite receta o no la necesite. Si tenéis que ir a un médico a que os la recete, como hizo mi médico conmigo, pues vais”.

La “influencer” Paula Gonu, que arrasa en redes sociales como Instagram o Youtube, publicitó Eridosis para tratar el acné (unas toallitas impregnadas de antibiótico). En este caso, la youtuber afirmó:

“Es mi favorito desde que mi dermatóloga me lo aconsejó. No, no fue mi dermatóloga, fue mi vecina Máriam, que su padre es médico y se lo dijo. Bueno, da igual”.

Para finalizar, me gustaría pediros que si veis este tipo de publicaciones donde se incita al consumo lo denunciéis.  Explicadle al autor que eso no se puede hacer ya que perjudica a la salud de muchas personas, además de ser una práctica ilegal.

Entre todos debemos intentar frenar esta mala praxis. 

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